Noche. Las estrellas refulgen, seduciendo a los buscadores insomnes. El silencio es palpable a través del manto inescrutable del anochecer. El observador respira, suspira y sopla; hojea los grimorios de la mente tratando de extraer significado. Y allá, acá, alrededor y en todos lados: el universo, siempre observando. El sujeto otorga al objeto la capacidad de personificar su existencia, para llenar de sentido las respuestas inexistentes del frío abismo. El monólogo de Macbeth, ad infinitum.
El observador se rinde ante los nudos arcanos de la realidad. Inmóvil, mantiene el aliento esperando una revelación escondida en espirales de abstracciones. Significado. Significado. Significado. El iniciado desgasta sus ojos tratando de esculpir conocimiento de las páginas de códices alquímicos. Piensa en absolutos. Sentido. Oro. El maldito oro. El brillo inalcanzable, como las estrellas de la noche.
“¿Qué somos, sino carrozas de significado?” he oído decir. Y ¡me asombro! Qué manera de convertir el propósito en despropósito. La inconveniencia del objetivo crítico. Querido practicante, ¿es acaso el brillo de las estrellas un llamado a la posesión de su fulgor? Niego el significado. Rechazo el propósito. El oro no está en su estado puro para ser poseído. Es la reacción para producirlo. Es la piedra filosofal, la transmutación para alcanzar el oro de la mente, del ser. Disolver los elementos con el fuego de la voluntad, extraer impurezas y eliminar limitaciones. Rojo. Encontrar la dualidad en equilibrio hacia la transformación tangible del individuo, la sustancia abstracta y esencial del ser.
A mis nombres, he agregado el mantra de mi esencia. Mago mundano, artista arcano, curador del caos. Y exclamo en tonos alquímicos hacia los confines del universo: ¡arde, arte, arde, arte! Pienso, me asombro, extraigo, transformo, creo. No es el significado, es el clímax del ser. El punto que marca el comienzo y el fin de la serpiente por igual. El ouroboros eterno. El perpetuo ciclo que muda las escamas cubiertas de limitaciones, la rotación que devela los sigilos de la conciencia. Las herramientas para moldear la arcilla cósmica que gobierna la realidad con efectos palpables.
No es control, es flujo. El caos sintonizado en ondas de equilibrio. El microcosmos como medio directo del macrocosmos. La oportunidad es la única ley. Y así, toco las cuerdas del universo a través del sentir. Existo. Soy el viajero que camina sobre la cuerda suspendida en el vacío. Un actor en la eterna obra del azar. Ascensión y descenso metamórfico. Mi mente entre lo etéreo y lo tangible. La gran obra es cada momento. Mi alquimia es la transformación. Mi oro es el entendimiento.