No hay nadie a quién ganarle, nadie a quién derrotar, nadie a quién superar, porque todos estamos del mismo lado.
Del mismo lado los que sabemos y los que no.
Los que herimos y los que no.
Los que odiamos y los que no.
Los felices y los tristes.
Los seres angelicales y los seres demoníacos.
Los confundidos, los que sufren, los que se sienten atrapados y obligados.
Los que se encontraron, los que se regocijan, los que habitan una inconcebible libertad.
En toda mente encontraremos que merece compasión y comprensión, nunca odio y castigo, encontraremos que el cultivar lo lindo es la única solución.
Tu alegría es mi alegría, tu dolor es mi dolor, tu amor es mi amor, tu odio es mi odio.
Y por eso no voy a odiar más, no voy a lastimar más, no voy a temer más.
Y por eso así como una madre protege a su hijo, su único hijo, arriesgando su vida, dejaré que mi corazón, ilimitado, derrame cariño hacia todo aquello que existe.